lunes, 17 de diciembre de 2012

¿Por qué consultar al I Ching cambia la mirada?


Cuando nos encontramos en una situación incierta o tenemos una duda, generalmente nos sentimos desbordados por sus múltiples aspectos. Donde, si nos decidimos por una acción obtendremos un resultado, y si optamos por otra acción, una distinta.  Esto hace que nos confundamos, nos enredemos y finalmente no sepamos donde estamos parados o hacia dónde dirigirnos. (Tengamos en cuenta que la duda en sí, divide la personalidad y nos fragmenta)


En ese momento lo único que deseamos es dejar de sentirnos tironeados por la duda y  retornar a nuestro centro. Esto generalmente lo hacemos buscando un significado a ese hecho o situación y a partir de ahí tomar una dirección que nos remita a nosotros mismos en un proceso de integración.

Ahora bien. Convengamos que estamos acostumbrados a responder nuestras preguntas e inquietudes con la seguridad que nos brinda nuestro intelecto. No solo eso, en muchas oportunidades tomamos decisiones que suelen ser un reflejo de lo que se espera de nosotros, o lo que nos hace parte del grupo social al que pertenecemos. Pero tanto lo que nos tranquiliza intelectual o racionalmente, como lo que se espera de nosotros y nos aconseja nuestro entorno, no siempre calma nuestra angustia, ni resuelve el estado de incertidumbre que nos asalta ante temas de gran trascendencia en nuestra vida.
En esos momentos decisivos nos encontramos solos frente a nosotros mismos. Y es justamente en esos momentos cuando recurrir al I Ching nos ayuda a retornar a nuestro eje.
Generalmente al realizar una consulta al I Ching y leer el hexagrama que nos representa en esa circunstancia determinada, sucede que además de comprender racional o intelectualmente, sentimos la respuesta. A qué me refiero cuando digo "sentir la respuesta". Me refiero a que esas palabras me conmueven por su impecabilidad. Quizá lo que necesitamos escuchar se encuentre tan solo cuatro líneas. Y, aunque a veces  no coincide con lo que esperamos, sentimos esa respuesta en la panza y  nos emocionamos.



Algo  paso en ese instante. Como planteamos en el artículo "Consultar el I Ching. Un encuentro con El Sabio"   donde, el I Ching, como todo libro esotérico, genera un estado, provoca un efecto. Algo hizo no solo que  entendiésemos intelectualmente, sino que sintamos la respuesta. Es como si de golpe se encendieran la luz en una habitación que se encontraba a oscuras y comprendiéramos que hay otro nivel de la realidad donde todo se encuentra entretejido, conectado. Donde la emoción y la razón jamas estuvieron separadas. En ese instante podemos ver qué cosas nos estuvimos llevando por delante. La diferencia sustancial radica no solo en que comprendimos intelectual o racionalmente, sino que a esa comprensión la sentimos  profundamente en el cuerpo. Eso es lo que conocemos  como  insigth. 
Leer el I Ching cambia nuestra percepción de las cosas, amplia nuestra consciencia y nos transforma. Quizá el efecto que produce, podamos compararlo con un Koan. El Koan es una herramienta antiquísima, utilizada por los maestros Zen con el fin de alterar el estado de conciencia de los  discípulos y así provocar un Insight, de forma natural y pacifica. El Koan no busca una respuesta correcta o lógica. sino una visión interna, un despertar. 

Esto no es algo que uno se proponga, simplemente sucede. Un Insigth implica un proceso complejo. Es muy difícil explicar cómo es que por un instante se unieron dos canales de información. Uno emocional y otro intelectual, la mente y el cuerpo en contacto y dialogo. Ese es el motivo por el cual opera tan profundamente. 
Cuando decimos que un insigth opera profundamente, es porque ese sentir y darse cuenta simultaneo va a cambiar nuestra mirada, la expectativa o la aspiración que tengamos en referencia a una situación. Y no solo eso, si el insigth es muy profundo va a cambiar nuestro deseo. Cambia nuestro deseo porque desarticula una modalidad, expone una creencia y la saca a la luz, y esto indefectiblemente provocara una modificación en nuestro deseo y nuestra conducta. 

Hasta la próxima.
Laura Paradiso 

domingo, 16 de diciembre de 2012

El impedimento. Lo interno y lo externo

La principal creencia sobre la que se apoya nuestro yo superficial, el ego, o  el hombre inferior, como lo denomina I Ching, es creer que aquello que nos sucede es completamente  independiente de nosotros.
Desde algún punto estamos convencidos que los acontecimientos de nuestra existencia son azarosos y que las personas que aparecen en nuestras vidas,  ya sea que nos atraigan o nos causen rechazo,  son totalmente independientes de nosotros.
Hemos sido educados en el condicionamiento de creer que el mundo externo no tiene conexión alguna con nuestro mundo interno. Creemos que nuestra voluntad debe imponerse y que los demás son responsables de nuestras limitaciones. Es entonces cuando proyectamos sobre el mundo los contenidos desconocidos de nuestra psique  y nos enredamos en ellos, no solo padeciéndolos nosotros mismos sino causando sufrimiento a los demás también.

En el I Ching así como en la mayoría de los considerados lenguajes sagrados, lo que sucede “afuera” nuestro, en el mundo,  y lo que sucede “dentro nuestro” en la psiquis,  son dos lados de una misma realidad y si se mueve uno el otro también lo hará.
  

El Impedimento (hexagrama 39)
En la imagen de “El Impedimento” (hexagrama 39) El I Ching señala: 
“Sobre la montaña se encuentra el agua: la imagen del impedimento. Así el noble se orienta hacia su propia persona y va formando su carácter." 
"Las dificultades y los obstáculos arrojan de vuelta al hombre hacia  si mismo. Pero mientras el hombre común busca la culpa afuera, es decir en los otros hombres, y acusa su destino, el noble busca la falla en sí mismo, y en virtud de este ensimismamiento el impedimento externo se transforma para él en motivo de formación y enriquecimiento interior.”

Es una ilusión  considerar que lo que nos está pasando, ya sea que nos guste o no,  no debiera suceder. Estas situaciones, tienen en sí mismas un contenido que de alguna manera nos representa.
El punto radica en intentar asimilar la situación. ¿Pero Cómo?  Creo que como primera medida bajando el disparador automático que es nuestra reacción. Y a partir de ahí poder preguntarnos que nos trae esta situación, ¿de qué nos está hablando ese hecho? ¿que necesito comprender de mí? 

El I Ching insiste a lo largo de todo su texto en la necesidad del conocimiento de nosotros mismos. Nos invita a meditar sobre lo que hacemos y lo que nos ocurre.
Si algo nos sucede, es porque algo nuestro se está poniendo en juego en ese acto. De qué sirve  pensar que podría no haber sucedido. O preguntarnos ¿qué hubiese pasado si yo…? Sucedió y en ese acontecimiento reside un secreto que de ser comprendido se convertirá en la base donde apoyarnos para seguir creciendo.  Conduciéndonos, seguramente sin que lo advirtamos en ese momento, a un nuevo estado de equilibrio.Comprendiendo  que cada vez que reaccionamos mecánicamente  a las situaciones de nuestra vida, permanecemos encerrados en nuestro propio circuito fragmentado y repetitivo.
Este proceso, que podemos denominar el “pararnos sobre el impedimento” comienza en el momento donde espontáneamente podemos preguntarnos ¿Para qué me pasa esto? En lugar de preguntarnos ¿Por qué me pasa esto?

Hasta la próxima.
Laura Paradiso

miércoles, 21 de noviembre de 2012

La Guerra y la Paz


La historia del hombre desde sus comienzos a la actualidad, se encuentra saturada de los horrores cometidos en contra de la humanidad misma. En una carrera sin sentido en pos de sostener, defender e imponer lo impreso por nuestro grupo de pertenencia, o con el cual nos identificamos, ya sean estos raciales, religiosos, ideológicos.
De esta manera quedamos aferrados a un modelo anacrónico, que en un momento determinado cumplió su función pero que en la actualidad por más nostalgia y añoranza que nos genere llegó a su límite y lo único que nos promete es conflicto. El conflicto solo prueba que las ideas que sustentan a ese modelo están siendo seriamente cuestionadas.


Este enfrentamiento podemos verlo reflejado claramente en todos los órdenes de nuestra vida. Tanto en lo colectivo como en lo personal. En la forma de relacionarnos tanto en nuestros vínculos de pareja, amigos, hijos, compañeros de trabajo y demás actividades, así como en nuestras creencias y formas de percibir la realidad. 
Es imposible que estas antiguas ideas por si solas puedan dar cuenta de una realidad que pide mayor apertura, participación e integración. 

Si hay algo que nos enseña no solo la Astrología y el   I Ching, sino la mayoría de las corrientes espirituales y humanistas es que cuando algo se cierra o se muere, es porque ya no hay más energía disponible en esa forma. Algo nuevo comenzará a abrirse. Pero como bien sabemos, el momento de transición entre lo nuevo y lo viejo, la instancia del vacío  -donde lo viejo ya no está y lo nuevo todavía no toma forma- es un espacio que generalmente es llenado con temor e incertidumbre. 
El primer inconveniente en esta transición radica en nuestra falta de confianza en que  esta inexorable marcha hacia la extinción de un viejo modelo inaugura una nueva alternativa, seguramente mas creativas, con mayores posibilidades de incluir aspectos aparentemente distantes.
En segundo lugar, están nuestros apegos tanto sea a vínculos, objetos  y  sistema de creencias. ya que consideramos que estos elementos (todos externos) nos aportan identidad.  
  
El individualismo y la voracidad, propios del sistema vigente ha repercutido en nosotros,  fortaleciendo el aislamiento de un yo polarizado y  auto referido. Esta crisis, como cualquier otra, (solo que esta es de carácter colectivo) atentan contra esa identidad fijada y constituida por nuestra cultura en un sistema de creencias. Y, repito. Desconcierto incertidumbre y temor, son todos sentimientos lógicos por el desplazamiento y perdida de los lugares y objetos donde habíamos puesto la seguridad de nuestras identificaciones y creencias.

Es cierto que nuestra psiquis necesita un centro, estabilidad y una historia personal que la represente para  así, constituir una identidad. La caída de un modelo que se resquebraja ante nuestros ojos nos obliga a replantearnos seriamente donde ponemos nuestros valores y la imagen de nuestro ser más profundo. Si en las manos de un sistema que nos devora alejándonos cada día de nuestro “Ser Humanos” peleándonos hasta morir por una idea, un concepto o una creencia. O en el reconocimiento de nuestros valores, posibilidades y recursos más genuinos. No hace falta inventar la humanidad, esta ya existe, solo hay que recuperarla y reconocerla en una nueva dimensión.


Como expusimos en el artículo anterior –“El caduceo de Hermes y una representación del Taijitú”- donde planteamos el encuentro de  Nüwa y Fuxi  como principios polares. Ellos representan no solo el despliegue de la vida misma desde el punto de vista biológico, sino también una clave en el desarrollo y  evolución de la consciencia. Recordemos estos dos principios trabajan juntos creando el universo que los rodea. Donde cada punto de encuentro representa un giro de esta espiral en un continuo y  eterno movimiento a niveles superiores.

Cuando en una relación, sea de la índole que sea, uno se expresa a expensas del otro,  resulta muy difícil alcanzar ese delicado equilibrio que la actividad constructiva de ambos requiere. No se puede resolver una situación partiendo de un solo punto. Creo que la clave está en aprender a vincularnos, dejar de mirarnos sistemáticamente el ombligo, levantar la mirada y contemplar a quien tenemos en frente, con sus anhelos, dolores y temores. 

No nos será posible sostener nada por el mero sentido del deber o la tradición. Sujetarnos al pasado, a viejos modelos y antigua ideas, solo nos provocara más desgarramiento frente a la imposibilidad de ampliar la mirada e ir más allá de lo establecido. 
Quedar varados en un viejo concepto solo persigue la finalidad muy intima de no apartarnos de donde estamos. Reconozcamos que todos en algún momento hacemos, o hemos hecho,  lo indecible para quedar ubicados dentro de un formato que para nosotros es legitimo, que consideramos único, habitual y que nos da seguridad por conocido, no por vital.

Cuestionar un modelo, transformarlo y renovarlo a fondo sin revelarnos, exige una gran madurez. La mayoría de nosotros no nos vinculamos desde la interpenetración que implica el amor. Por lo general lo hacemos desde una idea preconcebida que tenemos respecto a cómo tendría que ser esa relación. Y quedamos atrapados ahí, en la pelea, imponiéndonos o sometidos, con la sensación que no habrá otra cosa mejor o como si no existiera la posibilidad de algo distinto. Creo que lo que viene es francamente distinto, aunque demore.

La presión será cada vez mas fuerte, este proceso llevará tiempo, uno no cambia de la noche a la mañana, pero los tiempos se aceleran. Cada vez nos resultará más difícil realizar en lo colectivo o social nada que no podamos respaldar y acompañar coherentemente con nuestra actitud personal, sea cual fuere la función a la que somos llamados. A esto le llamo crear vínculos honestos.   
Si para esto debemos atravesar distintas crisis, sean estas personales, sociales, económicas, o ecológicas, dependerá de nosotros. 
Nos encontramos frente a una gran oportunidad, pero esta no queda sujeta a la capacidad de maniobra de nuestros líderes, sean estos políticos o religiosos, sino a la posibilidad que cada uno de nosotros tome dimensión de ello y nos entreguemos con conciencia a este proceso.


¿Será este el principio en un camino de fractura de un sistema para ingresar a un estado de mayor inclusión, estableciendo una relación distinta con nosotros mismos, con nuestros congéneres y con el planeta tierra? ¿O nos aferraremos con uñas y dientes a un rígido modelo que lo único que nos promete es más fragmentación y por consiguiente  desgarramiento y conflicto?
¿Cuáles son las huellas que el miedo produce?  ¿Es posible un nuevo estado de conciencia para nuestro actual estado de evolución como especie?

Un claro optimismo me dice que si.  Aunque por ahora... aparezcan más interrogantes que respuestas.

Hasta la próxima.
Laura Paradiso

martes, 30 de octubre de 2012

El Caduceo de Hermes y una representación del Taijitú


Este antiguo símbolo, el de las dos serpientes entrelazadas del caduceo, entre otras acepciones, representa el equilibrio entre fuerzas Polares, el eterno movimiento cósmico, lLa serpiente oscura y la luminosa, el  Yin y Yang como principio de polaridad.



En pocas palabras podemos decir que el bastón expresa el poder; las dos serpientes, la sabiduría del principio femenino (serpiente oscura) y principio masculino (serpiente luminosa) . Las alas y  en algunos casos el yelmo, son emblemáticos de elevados pensamientos.

El Caduceo es un símbolo cósmico, astronómico, espiritual y filosófico. Es símbolo del movimiento continuo, del  reequilibrio constante entre la vida y las corrientes vitales.




Desde el punto de vista esotérico, la vara del caduceo corresponde al eje del mundo y sus serpientes aluden a la fuerza Kundalini, que, según las enseñanzas, permanece dormida y enroscada sobre sí misma en la base de la columna vertebral -símbolo de la facultad evolutiva de la energía pura-. (Diccionario de Símbolos, de Juan Eduardo Cirlot.)


Si continuamos ahondando en el símbolo del caduceo, encontraremos en la antigua tradición China,  similitudes y coincidencias con las tradiciones Judeocristianas de la mano de Nüwa y Fuxi 
A Esta pareja se le atribuye el origen de la raza humana. En esta representación vemos a Nüwa con un compas en su mano y a Fuxi con una escuadra. Esto los muestra como arquitectos de la creación unidos por un unico brazo . La escuadra debería estar en la mano de Nüwa, ya que con ella se realizan cuadros (representativos de la tierra y lo femenino) mientras que el compaz (destinado a trazar círculos - símbolo del cielo- )  debería estar en la mano de Fuxi. Sin embargo están invertidos o cruzados, con lo cual hace referencia no solo al hecho de que trabajan juntos, sino también al principio del polaridad presente en el símbolo del Yin yang o taijitú donde, en el centro de uno se encuentra el germen o semilla del otro como principio del cambio.   

Ellos se encuentran ubicados como el principio central del universo, entrelazados, unidos en un constante movimiento representado por lo creativo y lo receptivo.

Si observamos la imagen. Tienen al sol en lo alto y la luna a sus pies, rodeados de las constelaciones que ellos mismos crean en su incesante danza de unión.

El principio de dualidad siempre ha estado presente en las antiguas tradiciones. En algunas de ellas de forma más clara y  en otras no tanto. Solo es cuestión de indagar un poco.
Por ejemplo.


No es el objetivo de este artículo realizar un exhaustivo análisis al respecto y menos adentrarme en cuestiones  morales que el culto católico impartió, con la intención de alcanzar múltiples niveles de entendimiento, respecto al papel que jugó el principio femenino.  
A mi entender La  Virgen representa la unión de estos dos principios.  Veamos la imagen. Por un lado tenemos  el principio masculino activo, el sol, como energía vital, la claridad, la luz, lo  yang. Por otro lado , el principio femenino receptivo,  oscuro, yin,  la luna -vinculada directamente a la fertilidad ya que esta es iluminada, preñada por el sol-.  
Las doce estrellas que la coronan simbolizan la humanidad, representada en las doce tribus de Israel, , los doce apóstoles, los doce signos de zodiaco. Una totalidad, donde esta mujer, única, la gran madre que concibe, la Virgen como símbolo de unión e integración de las polaridades femeninas y masculinas, el cielo y la tierra, el cuerpo y el espíritu, da a luz a la humanidad.
  
El origen de la palabra virgen para muchos lingüistas es incierto. Viene del latin Virgo. Otros plantean que representa la unión de la partícula Vir  del latin virilis refiriéndose a la virtud, lo viril, virilidad, vigor  como representación de fortaleza, normalmente atribuido a lo masculino; en unión con la partícula Gyno refiriéndose a lo femenino dado que de ahí deriva las palabras gineceo, ginecología (estudio de la biología de la mujer).  

Creo que la palabra Virgen guarda un secreto, encierre en sí misma el misterio de unión e integración de lo femenino y masculino. Del mismo modo que el símbolo     de la virgen en el zodiaco se encuentra representado con una M con una cola que se envuelve a sí misma, siendo la luna su regente esotérico.    

Si nos trasladamos por un instante a la cultura mesoamericana. De la misma forma, los olmecas, mayas y toltecas representaron la dualidad inherente en ser humano en los principios femenino y masculino a través de la figura de Quetzalcóatl (kukulcán para los Mayas), La Serpiente emplumada. Considerado como principio de equilibrio entre los aspectos espirituales y materiales en el hombre y el mundo. 
Expresando la unión del Cielo ( enunciado por el ave y la plumas Quetzal, y los principios espirituales) y la  Tierra (el cuerpo físico simbolizada  por la serpiente Cóatl) 
Podemos encontrar muchas paralelos entre la cultura china y la Tolteca o Maya. pero ese es tema de otro artículo. 

Regresando tanto al caduceo como al taijitú, representado por la unión de Nüwa y Fuxi, la forma en la que se los ve entrelazados, devela la similitud de ambos símbolos a la conocida espiral en doble hélice de la cadena de ADN. Como un código inteligente de acoplamiento estructural. 
En mi opinión, ambos representan no solo el despliegue de la vida misma desde el punto de vista biológico, sino también una clave en el desarrollo y  evolución de la consciencia. Donde cada punto de encuentro es el giro de un continuo y  eterno movimiento  ascendente a niveles superiores.



A partir a aquí vemos como  la representación del principio de dualidad, inherente a lo humano, presente en las distintas tradiciones y a lo largo de la historia nos muestra que somos Uno con el Todo. Donde ese Todo se nos devela  a través de  cada una de sus partes. Solo es cuestión de contemplarlas, comprenderlas y amarlas como cada tradición las expresó.

Hasta la próxima. 
Laura Paradiso






lunes, 12 de marzo de 2012

El I Ching como manual para el desarrollo personal.

Toda persona vinculada a los ritmos de la naturaleza, reconoce que el tiempo está ligado a una cualidad. Cada estación permite ciertas actividades, hace posible ciertos resultados e impide otros. 

El ser humano es un tipo de flor particular. Y así como cada especie se desplegará su potencial brindando su perfume en un tiempo preciso y bajo determinadas condiciones, nosotros también. Hay plantitas que florecen y se despliegan en climas fríos y otras en momentos cálidos. Ese es su tiempo.

Pero también sabemos que las cosechas no dependen solo de la sucesión de las estaciones, sino de lo que hemos sembrado.

En La modestia, (hexagrama 15) el I Ching nos dice: “…Los destinos se guían por leyes fijas que actúan y se cumplen con necesariedad. El hombre, empero, tiene en sus manos el recurso de configurar su destino, y su éxito en ello depende de si se expone mediante comportamiento al influjo de las fuerzas cargadas de bendición o destrucción”.

Podemos decir que las lluvias incentivan tanto al trigo como los yuyales. Sus complejas cualidades activan arquetipos diferentes al mismo tiempo. Y cual de ellos se impondrá depende de nuestro estado de conciencia.

Es por eso que la utilidad del I Ching, no radica en su supuesto conocimiento del futuro. Sino en ayudarnos a comprender los cambios de cualidad que se producen en el presente, y como orientarnos, a través de ellas, en el camino de nuestro desarrollo . 

La segunda línea de El entusiasmo (hexagrama 16) nos aconseja ser consiente de los movimientos en su fase germinal. "...Los gérmenes son el primer comienzo imperceptible del movimiento, aquello que primero se muestra como señal de de ventura (y de desventura). El noble ve los gérmenes e inmediatamente actúa. No se le ocurre aguardar un día entero..."

Cuando se conocen las leyes del cambio, estos pueden percibirce con anticipación. Las modificaciones son las tendencias imperceptiblemente divergentes que se tornan visibles y provocan transformaciones cuando llegan a determinado punto (esto podemos verlo en las líneas mutantes)

Para poder percibir las semillas de de una situación el I Ching nos enseña a mantener la calma y aquietar nuestro corazón en El Aquietamiento, La Montana (Hexagrama 52). El Dictamen dice: “una vez que el hombre ha logrado aquietarse así, en su interior, puede dirigirse hacia el mundo externo. Ya no verá en él la lucha y el torbellino de los seres individuales, y será dueño de la verdadera quietud necesaria parea comprender las grandes leyes del acontecer universal y el modo de actuar como corresponde. El que actúe partiendo de esta posición abismal no cometerá falla.”

Cuando comprendemos lo que sucede, podemos abrimos a la posibilidad de realizar nuevos movimientos, cargados de creatividad, evitar dolores innecesarios y deshacernos de ilusiones.

En La espera (Hexagrama 5) podemos observar que: “…Únicamente cuando uno es capaz de mirar las cosas de frente y verlas como son sin ninguna clase de autoengaño ni ilusión, va desarrollándose a partir de los acontecimientos la claridad que permite reconocer el camino del éxito”.

El dictamen de El pozo de agua (Hexagrama 48) expone como uno trabaja en la formación de su ser y lo plantea como "una fuente inagotable de la naturaleza divina de la esencia humana "
El sentido de El Pozo de Agua es nutrir, tanto a la sociedad como a los seres individuales. Bebiendo del agua que contiene, dado que se encuentra disponible a todos los que se acercan a él , se alimenta el espíritu. Poniéndo en contacto a los hombres con el "Agua Viva"

“El Agua viva” a la que se refiere este hexagrama, en el lenguaje antiguo significa “Verdad viviente” Es lo que hace que el hombre mire hacia adentro, en su interior, refiriéndose a lo que una persona, o grupo social, comprende y siente de si mismo, para poder dirigirse a su próxima etapa de evolución.
Las distintas líneas, del mismo hexagrama, nos muestra en qué situación o momento nos encontramos en referencia a nuestro desarrollo personal, nuestras creencias o a la relación que tenemos con nosotros mismos.

Este Signo pertenece al grupo de hexagramas que, junto a Las comisuras de la Boca (Hexagrama 27), La Espera (Hexagrama 5) y El Caldero (Hexagrama 50) se encuentran relacionados con la alimentación. Refiriéndose principalmente a la alimentación espiritual, ademas de la física

En Las Comisuras de la Boca (hexagrama 27) el I Ching hace referencia a las ideas o creencias que alimentamos o que tenemos en cuenta para determinar y conducir nuestra vida. Habla de cómo nos expresamos y a que adherimos "así el silencio hace que las palabras que salen de nuestra boca no sobrepasen la justa medida y que tampoco sobrepase la justa medida el alimento que entra por la boca. De este modo se cultiva el carácter”

En La Dificultad Inicial (hexagrama 3) el I Ching nos recuerda que si salimos a cazar,  en un bosque desconocido, sin una guía (refiriéndose al sabio) nos perderemos.

Al consultar el I Ching de forma regular nos familiarizamos con su lenguaje. Paulatinamente conseguimos la claridad necesaria para que nos guíe a través de los tiempos confusos de nuestra vida.

De esta forma comenzamos a ser consientes de nuestro intuitivo conocimiento del Tao (sentido) como principio unificador. Este es un proceso lento y en su recorrido nos encontraremos con distintas instancias, algunas alegres y otras no tanto. De esta forma el I Ching nos anima a continuar cuando en el comentario de la quinta líneas de El Seguimiento (hexagrama 17) Nos dice: “Todo hombre debe tener algo a lo cual seguir, algo que le sirva de estrella orientadora. Quien con convicción va en pos de lo bello y lo bueno, podrá sentirse fortalecido por esta sentencia”


El crecimiento personal es como ir quitándonos capas de ropa de encima. Si nos encontramos demasiado arropados nos costará movernos con agilidad. 
El exceso de ropa que dificulta nuestro movimiento, son aquellas creencias, pactos o acuerdos que realizamos con nosotros mismos, y nos hacen responder a los acontecimientos de nuestra vida de una manera rígida, determinada o programada. 
Cuando decimos “Siempre me pasa lo mismo” es porque siempre respondemos de la misma forma o desde el mismo punto de vista a los acontecimientos que nos rodean. 
Seguramente en un principio,  nos sentiremos tan expuestos al riesgo como al frío. Pero en la medida que comenzamos a movernos con menos peso, deshaciéndonos de viejos mandatos y creencias, nos volvemos más ágiles y flexibles con la mente abierta y desestructurada. 
De esa manera vamos entrando en calor comenzamos a desplegarnos, dando respuestas nuevas, más creativas y por lógica consecuencia los resultados o las respuestas comienzan a ser otras.




Fracción del taller de Introducción al I Ching - Modalidad a distancia ( DR© 2010. Todos los derechos reservados)