lunes, 17 de diciembre de 2012

¿Por qué consultar al I Ching cambia la mirada?


Cuando nos encontramos en una situación incierta o tenemos una duda, generalmente nos sentimos desbordados por sus múltiples aspectos. Donde, si nos decidimos por una acción obtendremos un resultado, y si optamos por otra acción, una distinta.  Esto hace que nos confundamos, nos enredemos y finalmente no sepamos donde estamos parados o hacia dónde dirigirnos. (Tengamos en cuenta que la duda en sí, divide la personalidad y nos fragmenta)


En ese momento lo único que deseamos es dejar de sentirnos tironeados por la duda y  retornar a nuestro centro. Esto generalmente lo hacemos buscando un significado a ese hecho o situación y a partir de ahí tomar una dirección que nos remita a nosotros mismos en un proceso de integración.

Ahora bien. Convengamos que estamos acostumbrados a responder nuestras preguntas e inquietudes con la seguridad que nos brinda nuestro intelecto. No solo eso, en muchas oportunidades tomamos decisiones que suelen ser un reflejo de lo que se espera de nosotros, o lo que nos hace parte del grupo social al que pertenecemos. Pero tanto lo que nos tranquiliza intelectual o racionalmente, como lo que se espera de nosotros y nos aconseja nuestro entorno, no siempre calma nuestra angustia, ni resuelve el estado de incertidumbre que nos asalta ante temas de gran trascendencia en nuestra vida.
En esos momentos decisivos nos encontramos solos frente a nosotros mismos. Y es justamente en esos momentos cuando recurrir al I Ching nos ayuda a retornar a nuestro eje.
Generalmente al realizar una consulta al I Ching y leer el hexagrama que nos representa en esa circunstancia determinada, sucede que además de comprender racional o intelectualmente, sentimos la respuesta. A qué me refiero cuando digo "sentir la respuesta". Me refiero a que esas palabras me conmueven por su impecabilidad. Quizá lo que necesitamos escuchar se encuentre tan solo cuatro líneas. Y, aunque a veces  no coincide con lo que esperamos, sentimos esa respuesta en la panza y  nos emocionamos.



Algo  paso en ese instante. Como planteamos en el artículo "Consultar el I Ching. Un encuentro con El Sabio"   donde, el I Ching, como todo libro esotérico, genera un estado, provoca un efecto. Algo hizo no solo que  entendiésemos intelectualmente, sino que sintamos la respuesta. Es como si de golpe se encendieran la luz en una habitación que se encontraba a oscuras y comprendiéramos que hay otro nivel de la realidad donde todo se encuentra entretejido, conectado. Donde la emoción y la razón jamas estuvieron separadas. En ese instante podemos ver qué cosas nos estuvimos llevando por delante. La diferencia sustancial radica no solo en que comprendimos intelectual o racionalmente, sino que a esa comprensión la sentimos  profundamente en el cuerpo. Eso es lo que conocemos  como  insigth. 
Leer el I Ching cambia nuestra percepción de las cosas, amplia nuestra consciencia y nos transforma. Quizá el efecto que produce, podamos compararlo con un Koan. El Koan es una herramienta antiquísima, utilizada por los maestros Zen con el fin de alterar el estado de conciencia de los  discípulos y así provocar un Insight, de forma natural y pacifica. El Koan no busca una respuesta correcta o lógica. sino una visión interna, un despertar. 

Esto no es algo que uno se proponga, simplemente sucede. Un Insigth implica un proceso complejo. Es muy difícil explicar cómo es que por un instante se unieron dos canales de información. Uno emocional y otro intelectual, la mente y el cuerpo en contacto y dialogo. Ese es el motivo por el cual opera tan profundamente. 
Cuando decimos que un insigth opera profundamente, es porque ese sentir y darse cuenta simultaneo va a cambiar nuestra mirada, la expectativa o la aspiración que tengamos en referencia a una situación. Y no solo eso, si el insigth es muy profundo va a cambiar nuestro deseo. Cambia nuestro deseo porque desarticula una modalidad, expone una creencia y la saca a la luz, y esto indefectiblemente provocara una modificación en nuestro deseo y nuestra conducta. 

Hasta la próxima.
Laura Paradiso 

domingo, 16 de diciembre de 2012

El impedimento. Lo interno y lo externo

La principal creencia sobre la que se apoya nuestro yo superficial, el ego, o  el hombre inferior, como lo denomina I Ching, es creer que aquello que nos sucede es completamente  independiente de nosotros.
Desde algún punto estamos convencidos que los acontecimientos de nuestra existencia son azarosos y que las personas que aparecen en nuestras vidas,  ya sea que nos atraigan o nos causen rechazo,  son totalmente independientes de nosotros.
Hemos sido educados en el condicionamiento de creer que el mundo externo no tiene conexión alguna con nuestro mundo interno. Creemos que nuestra voluntad debe imponerse y que los demás son responsables de nuestras limitaciones. Es entonces cuando proyectamos sobre el mundo los contenidos desconocidos de nuestra psique  y nos enredamos en ellos, no solo padeciéndolos nosotros mismos sino causando sufrimiento a los demás también.

En el I Ching así como en la mayoría de los considerados lenguajes sagrados, lo que sucede “afuera” nuestro, en el mundo,  y lo que sucede “dentro nuestro” en la psiquis,  son dos lados de una misma realidad y si se mueve uno el otro también lo hará.
  

El Impedimento (hexagrama 39)
En la imagen de “El Impedimento” (hexagrama 39) El I Ching señala: 
“Sobre la montaña se encuentra el agua: la imagen del impedimento. Así el noble se orienta hacia su propia persona y va formando su carácter." 
"Las dificultades y los obstáculos arrojan de vuelta al hombre hacia  si mismo. Pero mientras el hombre común busca la culpa afuera, es decir en los otros hombres, y acusa su destino, el noble busca la falla en sí mismo, y en virtud de este ensimismamiento el impedimento externo se transforma para él en motivo de formación y enriquecimiento interior.”

Es una ilusión  considerar que lo que nos está pasando, ya sea que nos guste o no,  no debiera suceder. Estas situaciones, tienen en sí mismas un contenido que de alguna manera nos representa.
El punto radica en intentar asimilar la situación. ¿Pero Cómo?  Creo que como primera medida bajando el disparador automático que es nuestra reacción. Y a partir de ahí poder preguntarnos que nos trae esta situación, ¿de qué nos está hablando ese hecho? ¿que necesito comprender de mí? 

El I Ching insiste a lo largo de todo su texto en la necesidad del conocimiento de nosotros mismos. Nos invita a meditar sobre lo que hacemos y lo que nos ocurre.
Si algo nos sucede, es porque algo nuestro se está poniendo en juego en ese acto. De qué sirve  pensar que podría no haber sucedido. O preguntarnos ¿qué hubiese pasado si yo…? Sucedió y en ese acontecimiento reside un secreto que de ser comprendido se convertirá en la base donde apoyarnos para seguir creciendo.  Conduciéndonos, seguramente sin que lo advirtamos en ese momento, a un nuevo estado de equilibrio.Comprendiendo  que cada vez que reaccionamos mecánicamente  a las situaciones de nuestra vida, permanecemos encerrados en nuestro propio circuito fragmentado y repetitivo.
Este proceso, que podemos denominar el “pararnos sobre el impedimento” comienza en el momento donde espontáneamente podemos preguntarnos ¿Para qué me pasa esto? En lugar de preguntarnos ¿Por qué me pasa esto?

Hasta la próxima.
Laura Paradiso