lunes, 21 de abril de 2014

El I Ching Hoy. Un Sabio en casa

El I Ching Hoy. Un Sabio en casa



Articulo publicado en la edición de octubre 2013 
Revista uno Mismo
La sabiduría de este milenario libro sagrado, proviene de las observaciones obtenidas por Sabios y Santos de la antigüedad, los que al observar el movimiento cíclico de la naturaleza, supieron representar mediante símbolos abstractos los arquetipos de una realidad multidimensional en constante interacción y movimiento. De este modo, le imprimieron su conocimiento profundo y esotérico sobre la humanidad, el universo y sus ciclos.

El I Ching nos muestra además de  una cosmogonía, las leyes que regulan el  acontecer universal desde una mirada macro cósmica.
Desde esta mirada, que nos incluye como el fractal del universo que somos, es que podemos plantear que cada hexagrama del Libro de Los Cambios, nos muestra una escena de índole universal, en correspondencia a la cualidad del tiempo que nos corresponde experimentar. Una escena en la cual el universo interno y el externo, se rigen por las mismas leyes.
Es por eso que resuena, como todos los lenguajes simbólicos, en el principio hermético de correspondencia: “Como es arriba es abajo” .
Al ser un tratado de alquimia taoísta, El Libro de la Mutaciones utiliza el lenguaje de la energía señalando un camino de transformación interior. Orientándonos sobre cuál es la mejor actitud a tomar en cada momento. Siempre en función del estado de conciencia en que nos encontremos.

Cuando nos ponemos en contacto con textos sagrados, una de las características que los distinguen, es que estos se encuentran redactados con un lenguaje metafórico y poético.
Este tipo de lenguaje, además de utilizar elementos de valor simbólico e  imágenes literarias, requiere, para su interpretación, de una actitud  abierta y receptiva de nuestra parte ya que tiene la cualidad de ablandarnos, abrirnos, atravesar las corazas más duras de nuestra personalidad y  tocarnos el corazón.

La indagación y el contacto con un lenguaje esotérico es una llave que abre otro canal de comprensión, el cual nos conduce a dar una vuelta más en nuestra espiral de desarrollo. Donde el mismo texto frente a una conciencia más o menos amplia opera y se devela de maneras muy distintas. 
Veámoslo en un ejemplo:

El hexagrama 26 “La Fuerza Domesticadora de lo Grande” habla de un gran poder, que se despliega en un tiempo determinado y es importante no solo comprenderlo sino emplearlo correctamente.

Convengamos que el tiempo, además de ser el medio para la realización de todo lo posible, es esa espiral que une el pasado con el presente en una trama de acontecimientos y vínculos.


La imagen del hexagrama 26 “La Fuerza Domesticadora de lo Grande” nos dice:
 “El cielo en medio de la montaña:
La imagen de La fuerza domesticadora de lo Grande.
Así el noble se familiariza con multitud de dichos de tiempos remotos y de hechos del pasado, a fin de afirmar de esta suerte su carácter.”


La Montaña está llena de misterios y tesoros ocultos. Energéticamente, además de detenernos y aquietarnos, tiene la cualidad de rescatar lo valioso del pasado y traerlo al presente. Mostrar nuestros tesoros, internos y seguramente hasta el momento  ocultos.  De hecho en las montañas encontramos, minas de oro, plata y carbón. Pensemos que desde épocas ancestrales los hombres se han retirado a las montañas en busca de silencio, para ponerse en contacto, en un profundo encuentro, consigo mismos y con la divinidad.
   
Este hexagrama trae al presente la joya de Lo Creativo, la potente fuerza creadora del Cielo, con sus leyes, enseñanzas y verdades. Invitándonos a ponerlas en práctica hoy.
El I Ching expresa que la circulación del Cielo promueve la renovación constante, dando cuenta de una realidad en continuo movimiento, interacción y cambio. En este caso La Montaña lo contiene y permite que se exprese actualizado y vivificado en nuestro interior. Ubicándonos  en tiempo y espacio  presente, mostrando un camino de transformación y despliegue, a miles de kilómetros y hace miles de años del momento de su postulación.
Esta es la característica de la filosofía perenne que rodea al I Ching.
Estas verdades de naturaleza universal, encriptadas en forma de metáforas en los textos del I Ching, conforman el legado de la experiencia universal de la humanidad. Una humanidad que, de la mano de hombres de conocimiento, filósofos, sabios y santos, de distintos  tiempos, comprende y llega a un acuerdo sobre determinadas verdades referidas a la condición humana, la evolución de la consciencia y cómo acceder a lo Trascendente.

Desde esta visión es que un sabio maestro Chino, en algún rincón de un antiguo imperio y en contacto con lo trascendente se inspira hace 3000 años; y yo resueno hoy en Buenos Aires con esa misma imagen que me transmite una verdad y un sentido profundo para mi momento actual.   

Continuemos con el Poder de lo Grande. ¿Qué me quiere decir este hexagrama cuando lo recibo en una consulta?
En principio este Hexagrama me plantea que será preciso recordar para comprender. 
Los grandes maestros siempre nos dicen que en el proceso que llamamos de aprendizaje en realidad estamos recordando.  Rescatamos del pasado la semilla de lo que hoy me está sucediendo. Porque lo que me sucede hoy  es el resultado de un largo proceso. La montaña y el cielo nos están pidiendo aquietamiento y elevación. Una mirada más amplia. Devanar los hilos de una madeja enredados y reconstruir una trama.
Pero, ¿para qué reconstruir una trama del pasado? 
Simplemente porque si nos topamos con este hexagrama en una consulta, el I Ching me está mostrando que el tema por el cual consulto se enlaza con algo implícito desde siempre en mí.

Por eso en la versión de Richard Wilhelm nos invita a no comer en casa. Eso, requiere salirnos la rutina, ponernos en movimiento. 
En este sentido el hexagrama habla de un largo camino de auto conocimiento. Un conocimiento que me es propicio, porque me es propio, me pertenece. Y Justamente lo que me invita hacer al decirme “…Trae ventura no comer en casa. Es propicio atravesar las grandes aguas”, es nutrir y alimentar ese conocimiento que se encuentra en mi y desarrollarlo. Permitir que se despliegue saliéndonos de la rutina y poniéndonos en movimiento.
Para eso tengo que animarme a cruzar las grandes aguas. Es decir hacer un movimiento que implica salir de un estado de conciencia e ingresar a otro.


Al cruzar el agua dejamos una orilla, un estado de conciencia. 

Cruzamos el agua, atravesando nuestras emociones y temores, movilizándonos a consciencia para llegar a la otra orilla e ingresar a un nuevo estado de consciencia

Y aunque no podamos de primera instancia comprender como llegó ese conocimiento a nosotros dejamos de buscar explicaciones y nos aquietamos.
Entonces Lo Grande se mueve y nos mueve de forma impecable y con certeza intuitiva.



Tengamos en cuenta que al leer el I Ching, como todo libro esotérico, produce un efecto. Nos Lleva a un estado de conciencia, a otro nivel de comprensión.
Nos pone en contacto con lo que llamamos nuestro intuitivo conocimiento del Tao. Lo mismo sucede con todos los libros sagrados y las personas resonando con ellos. Ya sea un salmo en la Biblia, o un de los pasaje de La Torah (Torah significa dar en el blanco) o el Bhagavad Gita. Estos Grandes libros espirituales de la humanidad encierran, al igual que las líneas de esta trama que es el I Ching, las claves de nuestro desarrollo como humanos. Estas claves, se develarán paulatina y automáticamente en la medida que, a través de la práctica y la asimilación de los textos, vayamos acrecentando nuestra consciencia.

Quizá lo que necesitemos escuchar en una consulta de I Ching se encuentre en tres líneas del texto. En ese momento, sentimos que algo se abrió y me impacto por su resonancia. Y aunque sea por un instante, si lo sintieron, ya está. Después, al querer explicarlo, es muy probable que no puedan. No importa, no se preocupen. El primer paso está dado. En ustedes algo sucedió internamente, algo se modificó. Aunque no seamos totalmente consientes de eso.

El crecimiento personal es como ir quitándonos capas de ropa de encima. Cuando estamos demasiado arropados nos cuesta movernos con agilidad.
El exceso de ropa que dificulta nuestro movimiento, son aquellas creencias, o acuerdos que realizamos con nosotros mismos, conformando nuestra personalidad superficial. Esa personalidad es la que nos hacen responder a los acontecimientos de nuestra vida reaccionando de una manera predeterminada.
Cuando decimos “Siempre me pasa lo mismo” es porque siempre respondemos de la misma forma o desde el mismo punto de vista a los acontecimientos que nos rodean.
Al deshacernos de estas creencias o acuerdos, seguramente en un principio, nos sentiremos tan expuestos al riesgo como al frío. Nos desconocemos y nuestro entorno también.
Pero, en la medida que comenzamos a movernos con menos peso, deshaciéndonos de viejos mandatos y nos salimos de la rutina de nuestros propios condicionamientos “no comiendo en casa”, nos volvemos más ágiles y flexibles con la mente abierta y desestructurada.

De esa manera vamos entrando en calor y comenzamos a desplegar nuestros dones, dando respuestas nuevas, más creativas y por lógica consecuencia los resultados de nuestros actos comienzan a ser otros.
Laura Paradiso